25NOV Autodefensa y Solidaridad humana

Queremos contaros historias de mujeres que han salido de situaciones donde podrían haber sido violadas, gracias no sólo a suerte, sino también a su actuación y a veces la solidaridad. Lo primero de todo es conseguir escucharlas, sin dejar que salte el automático machista de que las mujeres no son de fiar cuando hacen una crítica al Hombre. Lo siguiente: las mujeres (por razones que analizaremos en otros posts) suelen escapar a situaciones de violencia sin usar la violencia que reciben, lo que demuestra que las personas tenemos inteligencia para luchar de maneras diferentes y que la violencia no es siempre la solución. Estas mujeres han superado situaciones de peligro donde la propia autodefensa o la gente solidaria y valiente, que no mira para otro lado, ayudó. Podemos defendernos de muchas cosas, aunque siempre esté ahí el factor suerte también. Tenemos que aprender a ver nuestra lucha noviolenta diaria.

16 años. Un «amigo de la familia» pidió a mi madre un día un favor: que si podía ir yo a cuidar a su niño porque tenía una fiesta aquella noche. Después de acostar al bebé, estando yo durmiendo en su casa, me desperté y el padre se había metido en mi cama desnudo. Me tocaba. Se me congeló la sangre. Estaba aterroriza. Me apreté contra la cama. Me hice la dormida. Le daba manotazos y me alejaba, y dije, «Déjame dormir», porque no quería que se pusiera violento. Quiero decir, pensé que tenía que impedirlo, pero que si «me resistía» tipo lo que echaban en las películas, podría hacerle gracia y ser peor, así que busqué una manera de resistir que no fuera a hacerle gracia, y que no se lo pusiera fácil moralmente. Como si no fuera a acordarme de lo ocurrido porque estaba grogui. Y funcionó. Al fin y a al cabo, él estaba haciendo una locura porque si yo lo contaba, se metería en un lío muy grande. Por la mañana me dijo que si me quería casar con él, que me llevaría por el mundo. No escuché mucho porque en cuanto pude, salí corriendo a mi casa. Y se lo dije a mi madre. Y por suerte, y por su intervención, seguro, nNo volví a saber de aquel abusador.

19 años. Trabajaba de secretaria para una embajada. Un jefe intentó violarme. Yo era secretaria y me había pedido que me quedara más tiempo porque tenía que enviar un mensaje urgente, y le hice el favor de quedarme a esperar y tomar en dictado aquello. Por suerte, me defendí físicamente (empujones, patadas y argumentar) y se lo impedí. Se reía y me dijo al oír que le amenazaba con hacerlo público: «Tu palabra contra la mía. Además, tú te has quedado aquí a esperarme». ¡Encima! Pero yo también lo sabía: que la gente pensaría que yo era una mala mujer, que le habría provocado, «calentado». No se lo dije ni a mi familia, a mi familia por no darles el disgusto, al fin y al cabo conseguí librarme. Pero rechacé el empleo cuando me lo ofrecieron. Y mi familia se sintió muy defraudada conmigo.

Mujer joven. Una vez hacía autostop porque no había transporte público y la distancia era inmensa para caminar y en una ocasión, el hombre intentó violarme. Me tiré del coche en marcha cuando redujo la velocidad, mientras antes le distraía hablando, no dejando que me viera como una muñeca hinchable, hablando y hablando para hacerle ver que éramos personas. En otra ocasión me monté atrás de un pick up donde alante iban dos hombres. Al que conducía le vi en los ojos por el retrovisor que se le estaban ocurriendo malas ideas y vi también que su amigo parecía horrorizado, así que empecé a hablar, como si fuera su hermana, su prima, para humanizarme a sus ojos, y así poder humanizarlos, y no paré hasta poder bajarme en un lugar donde podía huir. Me funcionó. Estoy muy orgullosa, porque yo me he defendido muchas veces sin tener que usar la violencia. A veces me he defendido empujando, pegando un golpe, claro, para poder salir corriendo, pero se pueden hacer muchas cosas además, sin tener que depender de armas o saber dar golpes. Gritar por ejemplo sería muy eficaz si la gente no hiciera como que no oye. Ahí podría ayudar la gente. En la Asociación de Mujeres Violadas y la policía te dicen que sólo funciona si gritas «Fuego». Es muy triste, es una sociedad que da miedo, si lo piensas. Yo lo que recomiendo es usar la palabra, gritar, salir por patas, y mucha prevención: caminar por el lado contrario de la calle, sin acercarse a portales, llevar el móvil encendido en la mano, decirle la matrícula del vehículo a alguien por móvil (taxi), aprender a caminar sin mostrar miedo, que no te dé miedo a parecer tonta, histérica, todo eso que nos llaman cuando no hacemos lo que mandan, cuando no aceptamos ser víctimas. Tu vida es muy valiosa, y tu derecho a la felicidad.

Universidad. Un vecino me vio esperando en el portal porque no tenía llave y me dijo amablemente si quería subir a su casa mientras llegaba mi compañero de piso. Dije que no, pero cuando llevaba esperando 4 horas necesitaba ir al baño (era verano y estaba descalza cuando se me cerró la puerta) y como él bajaba a ratos, acabé aceptando: «Un momentito, gracias». Intentó violarme, hablándome muy simpático y tirándome del brazo para el cuarto. Incluso me tiró en la cama, como si yo quisiera, como si yo estuviera jugando, como él.

Yo conseguí salir de su casa no parando de hablar y usando la fuerza física también. Pero estuve aterrorizada tres meses, hasta que se mudó. Y no denuncié porque si iba a la policía a denunciar cuando supieran que compartía casa con un amigo (no un amante, pero eso no se cree en la ideología patriarcal) y que yo había entrado voluntariamente a la casa, sería yo la culpable. Algo terriblemente brutal de nuestras vidas, real, que no ocurriría si la gente cambiara su idea sobre «las mujeres», eso de que en el fondo somos más malas que los hombres, y unas «histéricas», «mentirosas», «caprichosas», «calienta…» Pero mira lo que piensa mucha gente del feminismo, a pesar de que lo bueno que ha cambiado de nuestras vidas es gracias al feminismo.

Edad adulta. Una vez un hombre drogado me pidio un beso por la calle (yo estaba saliendo por ahí con mis amigas). Me alejé sin dárselo, nos alejamos, claro, y me encontré con que me siguió, con otros hombres y una mujer drogada también. Me acorralaron y la cosa tomó el tinte de un linchamiento que con toda probabilidad acabaría en violación también. Mis amigas se marcharon pero yo sabía que irían a por el coche, lo deduje. Aunque una intentó un rato pararles, pero no podía. Estaban muy puestos y como locos. Pasó un hombre latinoamericano que me oyó insultar al grupo y defenderme. Supo que no podía meterse a ayudar tampoco, y salió corriendo a pedir ayuda.

Mis amigas y el hombre fueron inteligentes y eficaces. Mis amigas llegaron con el coche para ver si podía zafarme y subirme a él. Yo luché y conseguí zafarme y meterme en el coche. Echaron cubos de basura para bloquear nuestro paso. Destrozaron el cristal delantero y trasero. Pero llegó la policía, no recuerdo si 4 o 6. Cuando tras una dura lucha los redujeron, apareció el hombre latinoamericano y hablamos con él.

Yo les tengo mucha gratitud a ellas y a él. Siempre he pensado que me salvaron la vida. Todo aquello, incluida mi autodefensa, me evitó ser linchada por tres hombres, y con toda probabilidad de ser violada por ellos.

Ayudarnos nos cambia la vida. Mirar para otro lado, no querer saber, es mezquino y cobarde, y muy innecesario porque se puede ayudar de muchas maneras. A todas las personas nos gusta hacer cosas buenas, de cuidarnos, pero vivimos en una sociedad que nos dice que no, nos decimos que somos egoístas y violentos, nos lo justificamos. Pero no es cierto. La gente se siente muy bien cuando colabora con otras personas para cosas que les hacen bien a todas las personas implicadas. Podemos hacer mucho para prevenir hechos violentos, y hay gente que sí lo hace: todos los días hay chicas, chicos que ayudan a evitar actos de violencia. Necesitamos ser más, pero se ve la grandeza humana todos los días en muchas pequeñas cosas, bastaría con que limpiáramos la mirada y aprendiéramos a ver lo que está, no sólo lo malo, o lo malo y distorsionado además.

Tenemos que crear una cultura de rechazo a la violencia, y eso incluye denunciar los crímenes de violencia de género, aunque eso implique criticar el papel del Hombre en la sociedad patriarcal. Es que los hombres no tienen por qué ser cómo dice el patriarcado que deben ser los hombres. Somos personas, los genitales no nos marcan tanto, tenemos mentes humanas, con una gran inteligencia. La violencia no es biológica, es aprendida en nuestra cultura. Tenemos que poder rechazar públicamente la violación centrando la atención en quien comete el crimen, el Hombre, y que cree que «todas son unas putas» y «merecen…» decirlo suena fuerte, saber del crimen no tanto. Tenemos que cambiar esto. Porque si la violación es un tema tabú es porque compromete al Hombre como líder. Necesitamos líderes PERSONAS, no tienen que ser Héroes, que luego también hacen otras cosas que no podemos denunciar porque encima nos odiarán a nosotras.

6 comentarios en “25NOV Autodefensa y Solidaridad humana

  1. Reblogueó esto en cultura y libertady comentado:
    Inteligencia noviolenta para luchar A DIARIO, VARIAS VECES CADA DÍA INCLUSO, contra la violencia patriarcal. Luchar porque no te viole un vecino, un «amigo», un familiar… Que no abuse de su fuerza, que no intimide o simplemente rompa tu concentración o tu espacio vital. Las mujeres, como los animales y las plantas, como todo lo que no es un hombre patriarcal, somos objetos. No mires para otro lado cuando nos estén violentando. No son bromas, no son simples coqueteos, no son abrazos de oso… Que no tengamos que gritar «FUEGO» porque «AYUDA» no nos valga.

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  2. Quisiera aportar una situación que no llegó a más pero que me pasó este fin de semana, a pesar de que soy una mujer mayor, que iba vestida con un pantalón de gimnasia grande, y un jerséi grande, hecha una pintilla, sin duda, y sin duda, sin maquillar.

    Salí a pasear con el bloc de dibujo, para tomar apuntes, porque estoy aprendiendo a dibujar. Bajaba por la carretera de una urbanización y al ver un grupo de pinos, me senté a dibujarlos. Bajó un coche y al verme por el retrovisor, se paró. No pasaban muchos coches porque era la hora de la siesta.

    En fin, lo que el conductor estaba pensando estaba claro. Yo había echado a andar, pero tuve que pararme. Me molestó mucho no anotar la matrícula, sacarle una foto con el móvil, para luego hacérselo saber a la policía. Porque no puede ser que si una mujer pasea, la vean como un objeto sexual, y no puedan sencillamente ver que es una persona, y que a las personas se las deja en paz, a no ser que te pregunten algo. Si no fuera vieja, me habría dado terror. Porque podía haber pasado todo tipo de cosas, como siempre. Por suerte, no pasó nada. Paré y le miré, y me puse a meter el block en la mochila, para que se fuera. Y terminó yéndose. Pero tenía que haber anotado la matrícula.

    Considerando que el año pasado un viejo me enseñó la cola cuando yo hablaba con él en la playa, por entretenerle, y porque no me hubiera imaginado lo que ocurrió porque era viejo (había tomado viagra probablemente porque estaba empalmado), creo que voy a empezar a llevar un cuaderno para apuntar todo tipo de datos para luego pasarle la información a quien pueda ayudar.

    Es degradante, desde el respeto a los derechos humanos, que por ser mujer, no pueda ser vista como una persona, sólo como una muñeca hinchable. Cuando la gente, mujeres u hombres, quieren sexo, hacen señales y dicen cosas y con todo, las mujeres, tenemos que tener muchos de esos datos para interpretar que querrían responder positivamente a una propuesta nuestra, y no porque no tengamos sexualidad, somos humanas, la tenemos, sino porque no hemos sido educadas, como el Hombre patriarcal, a pensar que las mujeres están ahí para satisfacernos sexualmente.

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  3. Hemos posteado este comentario que nos han enviado en «Cómo evitar una violación», pero ahora vemos que también puede ir aquí.

    Por la erradicación de la violencia contra las mujeres.

    La primera agresión sexual que recuerdo la sufrí con 8 o 9 años. Fue por parte de un familiar, esa mano en la que confiaba no se detuvo en la rodilla. Aprendí a evitar estar a solas con él.

    Mi madre solía llevarme al instituto antes de que este estuviese abierto y yo tomaba café todos los días en el bar de al lado. Una mañana el camarero cerró la puerta sin que yo me diese cuenta, me llamó a la cocina, me estampó contra la pared, empezó a manosearme mientras me decía “es que me pones a mil”. No recuerdo cómo me zafé. Recuerdo el miedo. Y el asco. Recuerdo que me abrió la puerta y que salí corriendo. Tenía 15 años. Aprendí a evitar estar a solas con “desconocidos”.

    Con 18 años mi novio me violó. Aprendí a sentirme avergonzada y culpable. Aprendí que un “NO” podía valer una mierda dentro de una relación.

    Viví tres años con un maltratador. Solo me di cuenta cuando me puso la mano encima la primera vez. Para entonces ya había construido un mundo alrededor de sus celos, su dependencia y sus inseguridades. Me costó muchos “puta”, una segunda agresión física y un abandono cuando un embarazo ectópico casi acaba con mi vida salir de ahí. Aprendí que a mí también podía sucederme.

    Un compañero me invitó a un tiro de coca. Al salir del baño me cogió, me tiró en la cama. Con una mano apretaba mi cuello y con la otra se abría camino entre mis piernas. Pude quitármelo de encima. Aprendí a drogarme solo cuando la droga fuese mía, el precio que te hacen pagar algunos es demasiado alto.

    Tenía un buen amigo. Fuimos novietes en la adolescencia y nos reencontramos de adultos. Uno de esos reencuentros fue en una fiesta en casa de un amigo común. Me levanté para ir al baño y al salir le encontré en la puerta. Empezamos a hablar, él estaba pasando por un mal momento. Nos sentamos en el borde de la cama y, de pronto, sentí sus 90 kilos de peso encima. Me decía cosas al oído, me baboseaba, me manoseaba, se restregaba. Amenacé con ponerme a gritar, con contarlo en la fiesta, me dijo que nadie me creería, pero se apartó y me dejó ir. Aprendí a no quedarme a solas tampoco con conocidos.

    Un día, tímidamente, empecé a hablar con otras mujeres. A abrir de nuevo todas mis cicatrices para curarlas bien. Aprendí a no sentirme culpable, aprendí que el mundo nos enseña a nosotras a evitar ser violadas o violentadas y aprendí lo radicalmente injusto de esta realidad. Aprendí que casi cada mujer con la que hablo puede contar al menos una experiencia parecida a las que he relatado. Aprendí que las mujeres no son mis naturales enemigas. Aprendí a desmontar el mito de la competitividad entre nosotras y aprendí a tejer alianzas, poderosas alianzas basadas en la sororidad. Aprendí que juntas podemos crear un mundo nuevo basado en una manera diferente de relacionarnos. Aprendí que ponerme las gafas moradas me daba una poderosa herramienta para combatir al patriarcado.

    A mis hermanas. A mis amigas. A mis compañeras. A todas vosotras. Gracias.

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  4. Nos han enviado este aporte. Esperamos que podéis ayudar a difundir este post, para concienciar de toda la violencia invisible y cotidiana, y de toda la lucha de autodefensa que tienen que ejercer las mujeres. Muchas gracias! ❤

    Yo durante unos años anduve con navaja, no sé si la hubiese usado, pero la enseñaba… porque es increíble la cantidad de agresiones machistas a las que nos vemos sometidas, sólo espero que esto cambie que los chicos jóvenes se den cuenta que su violencia no sólo daña a las mujeres, también a ellos de forma irremediable abocándolos a una vida miserable, es imposible que lleguen a llevar una vida tranquila y sus relaciones seguramente serán insatisfactorias. Consciencia y por favor, informaos!

    Unos 7 ó 8 años:

    De vacaciones en la playa con un hermano un año menor y un primo de mi edad, primero me amenazaron con ahogarme si no les enseñaba mi "cosita" para aclarar que iban en serio me hundieron la cabeza bajo el agua, me fui con ellos que restregaron sus penen en mi vagina, eso me hizo consciente de que el enemigo puede estar en tu casa, la unión que hasta entonces tenía con ellos se terminó. Mi hermano es hoy un hombre iracundo, con problemas de drogas, fue un chaval complicado y un fracasado. Con mi primo no he vuelto a tener casi relación, un año después decidí que era mucho más fuerte y se lo demostré en cuanto pude, nunca más intentaron agredirme, habría acabado mal para ellos, esta ha sido mi actitud a partir de entonces. Creo que a resultas de esto no me gustan las muestras de afecto físico. Nunca se lo conté a mi madre pues no estaba allí, nunca antes lo había contado a nadie.

    19 años.

    Trabajando en un bar para poder pagarme los estudios, venía un chico de cerca de 30 años, viudo decía el, a veces me había acercado a casa, así que no pensé mal ese día, pero en vez de ir por la ruta habitual decidió llevarme a la playa, en contra de mi voluntad porque estaba cansada y me sonaba raro. Aparcó, cerró las puertas, entonces me dice que "hay que disfrutar de la vida y que vamos a hacer el amor", le contesto que yo gozo como me sale del coño no como dicte el, se abalanza para hacer arrumacos, logro abrir la puerta, salgo pero me dice que venga que hay que disfrutar (su cantinela) cojo una piedra proverbial del suelo y le digo que como me toque un pelo lo mato allí mismo y que desde luego me va a llevar a mi casa, de vuelta le doy un discurso y lo trato de cabrón, que no vuelva más por el bar y que ojo, como intente algo iría por él, que antes lo pago por bueno pero que si me toca lo mato.

    Sobre 24:

    De vuelta de marcha nos persiguió un coche a mí y a otra chica, a ella de digo que corra, me paro, cojo una piedra (genial herramienta!) para el coche, abro yo la puerta de copiloto y le digo que como no se largue el coche va a acabar fatal y el otro tanto que yo no le tengo miedo… que es un cabronazo cobarde de mierda y otras lindezas y que mi colega ya se va a encargar de avisar (aún no había móviles al alcance de la economía normal) marchó, yo habría cumplido mi amenaza, sí, lo sé porque en otras agresiones machistas ("meter mano") ya había usado mi fuerza, puedo ser pacifista pero no me duelen prendas defenderme… así nos hace esta sociedad, alerta y dispuestas a golpear a otro Ser Humano hasta las últimas consecuencias.

    32 años:

    Había conocido a un guardia civil, parecía majo, y sobre todo aún creía yo que siendo de este cuerpo sería una persona que no te agrediría, además conocía a unos compañeros suyos que me habían hablado bien de él, así que quedamos, la segunda cita luego de ir a la disco y de pubs me propone ir a su casa que queda a unos km así que hay que ir en coche, yo había bebido así que me mareé algo, me preparó una manzanilla, aunque quizás estaba nerviosa, soy bastante intuitiva y mi subconsciente creo que me avisó, en el trayecto me entraron dudas, pero bueno, una noche de sexo con un tío guapo y bastante majo me parecía bien. Aún no había terminado la infusión y ya me metió prisa, la verdad no fui capaz de decir que no, y él me dijo que llegados allí no permitía un NO, yo no quería parecer una rajada, pero resultó un tío bruto, para una primera cita de sexo fue bastante sórdida y desagradable, no hubo más palabras, me dejó en mi casa y le dije con la puerta abierta del coche para que no pudiera marchar que había sido un bruto insensible y que por mi se podía ir a tomar por culo, a sus amigos les dije que no se lo recomendaran a ninguna mujer por prepotente y “machirulo”. No fue una violación, pero si fue violencia simbólica, no sé que hubiese ocurrido si yo hubiese dicho no. La verdad, hay hombres muy comprensibles pero los “otros” que tienen esa mentalidad de que hay mujeres "calienta-pollas" es indicio de posibles violencias, si eres hombre y crees eso, háztelo mirar y busca ayuda porque puede que te encuentres con más de un problema merecidamente, el primero está en ti.

    Saludos y gracias por vuestro trabajo!!!

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