Queremos compartir este maravilloso escrito que nos envía una compañera de la RED DIF.
Es ABSURDA la pleitesía con que
se venera la belleza del estuche, el
CAPRICHO de los dioses, el diseño
ARBITRARIO con que la naturaleza
azarosa esquina o alumbra, encumbra o
mancilla al espíritu recién parido.
Es ridículo dejarse intimidar por la mera
carcasa cuando el jodido retablo, la
GRACIA más pura la CONSTRUYE el
animal, la SUEÑA el hombre… se gesta
en la VOLUNTAD firme de un niño que
no se deja amedrentar por la SOMBRA
alargada de los ALFILERES.
La gran HAZAÑA del hombre es llegar a
SER quien ES sobreponiéndose al dolor y
al miedo de no ser aceptado, eligiéndose
a sí mismo como única PROMESA.
Camino incansable rastreando belleza.
No la OBVIA ni la fácil.
No la REDUNDANTE ni la VACÍA.
Tampoco la adherida a la gruesa cáscara
que deja desnudo al fruto.
Cada vez es más compleja y desafiante
la entraña.
Salivo ante las formas pálidas y
enclenques en que la belleza se cobija
para no corromperse,
ante los dioses con pies de barro que
se la juegan para entender la muerte
mientras arriba, en los balcones, lloran las
plañideras, tan dramáticas, tan imbéciles.
Agradezco, CIVILIZADA, los halagos a
este cuerpo con el pudor de saber que
no es mía la letra, que no va conmigo el
cuento, que no puse una sola piedra.
No hay rastro de mérito en nacer
adornado.
Me resulta cansina esta histérica oda
con que los cánones nos han malherido,
cuando toda la puta magia que nos rodea
sortea sin dificultad la fétida manteca de
la superficie.
Me clavo de rodillas ante el talento sin
concesiones de los bárbaros que juegan
como niños a inventar la rueda cada día.
Sin planos ni costumbres, sin calcar, sin
más referencia que el instinto y las ganas
de pervertir el orden de los tiempos.
Sois tan bellos, bastardos, tan preciosos,
que me cago en los monos vestidos de
seda, en las manos vacías e inútiles que
sólo aplauden a lo que ya suena y dan
lustre a lo que ya brilla…
y me remiendo a diario con la gozadera
de mover algo en el engranaje de
algunos gigantes que observo moverse
sigilosos… colmados como van de
esencia, a lo suyo, tras su propia
conjetura…
porosos solo al destino que les sopla y
les alienta como la muerte a los que de
verdad están vivos.
No soy cualquiera, tú tampoco.
Andri Castillo Söderstrom