Feminismo transversal y las identidades de género

En las últimas semanas, uno de los debates más recurrentes en diversos entornos sociales es la proposición de “Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género”, también conocida como “Ley Trans”. Da la impresión de que el debate que se ha generado en torno a esta ha destapado una grieta entre un sector del feminismo crítico con esta ley, que encuentra en ella un auténtico caballo de Troya por el que el patriarcado se instalaría en el seno del movimiento feminista, y el sector más progresista, más en consonancia con un feminismo transversal que incluye en términos de absoluta igualdad al colectivo Trans como mujeres de pleno derecho dentro de este.

Pero no solo ha sido esta una de las propuestas de ley que han generado polémica. También existe un movimiento crítico con el “Anteproyecto de Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual” y la “Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales”.

Hace algunos días, como consecuencia de una conversación, llegaron a mis manos un par de artículos (publicados por Contrainformacion.es y elComun.es) que me dejaron realmente preocupada, como feminista y como persona integrante del colectivo LGTBI+, y que planteaban un punto de vista muy crítico desde la óptica feminista con las leyes nombradas con anterioridad. 

Ni en nuestros mejores sueños feministas hubiéramos pensado hace, por ejemplo, diez años (no digamos ya más atrás) que se iba a querer sacar una ley como la de Garantía Integral de la Libertad Sexual, que carga y nos protege contra la violencia sexual a la que históricamente hemos sido sometidas como mujeres y que pretende evitar situaciones tan sangrantes como, por ejemplo, el juicio moral que se llevó a cabo sobre la chica, víctima de la manada, no sólo desde los medios y la sociedad sino por parte los mismos jueces y letrados. 

Y qué decir sobre las otras dos proposiciones, las llamadas “ley LGTBI” y la “ley Trans”. Otras dos leyes absolutamente necesarias, ya que implican el reconocimiento de que estas personas son sujetos de pleno derecho exactamente igual que el resto. El reconocimiento de estos derechos no significa de ninguna manera restricciones de ningún derecho para la mujer ni suponen un retroceso para nosotras. Afirmar esta clase de comentarios es similar a cuando se dice que la Ley de Igualdad le quita derechos a los hombres o que con ella se le dan más privilegios a las mujeres. No obstante, y pese a todas esas aseveraciones tendenciosas, en ellas sólo se persigue la Igualdad.

¿No os suena esto como mujeres? Porque la lucha feminista nace de la necesidad de que se nos trate en igualdad y se nos reconozcan exactamente los mismos derechos de los que los hombres siempre han disfrutado. Y aunque en este caso, ambas leyes afecten a un colectivo más pequeño, sin duda, son un paso más para tirar de una vez el gran muro del heteropatriarcado en el que siempre hemos estado encerradas. Y por lo tanto, debería ser uno de los objetivos feministas. 

La verdad, no me explico cómo feministas que han sufrido y siguen soportando las críticas del heteropatriarcado pueden afirmar que estas leyes o el conocimiento de la identidad de género en la escuela suponen «goles por la escuadra contra las mujeres», habiendo vivido ellas, como todas nosotras, la lucha por la igualdad y sabiendo todo lo que se ha dicho de nosotras. Y respetuosamente, sin ánimo de ofender, tampoco me explico en qué clase de diversidad y desigualdad ha basado sus estudios de estos 25 años la autora del artículo de elComun.es si no se ha dado cuenta de que existen muchas maneras de estar en el mundo, que quizá no las compartamos o comprendamos, pero que sin duda, como feministas deberíamos celebrar y proteger mientras no les hagan daño a nadie.

Pues no señoras mías, no. Las personas LGBTI no son identidades que el neoliberalismo pretende crear para sacarles partido a personas con poca voluntad. Somos gente que siempre ha existido. Desde el principio de los tiempos. No somos una moda. Por mucho que ciertos grupos feministas quieran identificarnos como tal. Escarben un poco en la historia y lo descubrirán, al igual que a todas las demás mujeres que han sido silenciadas a lo largo de los anales del tiempo. 

Somos gente que al igual que a la mujer, el heteropatriarcado tradicionalmente se ha encargado de anular, mutilar, humillar, ocultar, difamar, apresar, torturar y muchos más etcéteras. Somos gente que ha luchado y lo sigue haciendo por el feminismo. Precisamente porque el feminismo busca la igualdad de todas las personas, no sólo para las mujeres heterosexuales y que han nacido con genitales femeninos. ¿O es que el feminismo no busca eso?

Y sí, ya va siendo hora de que la escuela enseñe la realidad tal cual es y no sólo una parte sesgada. 

¿Cuál es el problema? ¿Que ya tenemos poca cuota en la escuela para hablar de Coeducación e Igualdad como para encima compartirla con la diversidad sexual y de género? ¿De verdad creéis que niñas y niños que no dudan de su identidad de género o/y sexual de repente se van a «convertir» en gays, lesbianas, bisexuales, pansexuales, transexuales, etc. simplemente porque conozcan algo del tema para no seguir viéndonos como bichos raros? o ¿es perjudicial que sepan y conozcan que todo este tipo de gente existe y que merece el mismo respeto, dignidad e igualdad que los demás? 

¿Cuál es el problema? ¿Estos temas son adoctrinamiento ante los grupos feministas? Igualito que piensa la extrema derecha de la coeducación y del feminismo. O ¿es que no piensan los “machirulos” que cuando nos referimos a «alumnas y alumnos», coeducamos  y trabajamos la Igualdad, en realidad, estamos intentando adoctrinar y queremos «amariconar» a los niños y pervertir a las niñas?

Como bien dice en dicho artículo, desde muchas comunidades autónomas ya se habían aprobado leyes similares «sin transcendencia en los medios ni debate público». ¿Qué es entonces lo que de verdad molesta de estas leyes a ciertos colectivos feministas? ¿Que se pretenden extender al resto de comunidades para que todas las personas gocen de los mismos derechos en todo el territorio español? 

¿Molesta que vienen de la mano de Unidas Podemos y sus confluencias y, para bien o para mal, parece ser que todo lo que venga de este partido político tiene que ser criticado y hacerse entre mucho ruido para emborronar el asunto? Sin embargo, cuando se sacan otras leyes de otros grupos más tradicionales sean o no más o menos justas parece que todo va de perlas y que aunque no sean todo lo que se pretende por lo menos son un paso hacia delante.

Pero no, por lo visto hay todo un movimiento mundial en el que por cierta parte del colectivo feminista no aceptan, por ejemplo, que las mujeres trans sean realmente mujeres. Teniendo una actitud claramente trásnfoba.

Pues os digo una cosa, estamos repitiendo los mismos errores del pasado. Lo mismo que se le ha venido haciendo a la mujer a lo largo de la historia, porque leo y releo críticas sobre este asunto y lo único que veo son argumentos copiados de postulados patriarcales, en los que la heterosexualidad y el género binario es la medida de todas las cosas. De hecho, nunca pensé que iba a leer declaraciones tan reaccionarias de la mano de mujeres que se identifican como feministas. Aunque tampoco me extraña demasiado ya que los entresijos y raíces del pensamiento heteropatriarcal ha sido durante siglos y siglos, y sigue siendo, aquello que ha regido nuestro mundo, nuestras vidas y nuestra mente. Y todas lo tenemos dentro de alguna u otra manera. 

En estos argumentos hay reductos que me recuerdan a cosas que ya se han dicho y defendido a capa y espada sobre las mujeres, especialmente las feministas o aquellas que quisieran salirse del plato. Argumentos tales como «no son auténticas mujeres» o «están confundidas» o «deben de estar trastornadas». 

Partir de la base de que el género sentido no existe y que todo se reduce a lo biológico anulando o negando la parte psicológica es como cuando muchos proclamaban (y todavía algunos lo hacen) que el papel de la mujer está en casa con los hijos y te muestran «pruebas científicas que dicen que biológicamente hablando, la mujer está hecha para eso» para procrear, para cuidar, para estar en la casa… porque ella es más débil. Y sin embargo, el hombre (más fuerte, corpulento y activo y con más testosterona) está hecho para estar en el mundo social, mandar y trabajar en la calle, en trabajos duros o estresantes. 

Decir que las identidades LGTBI son identidades que nos quiere imponer el neoliberalismo es como decir que la identidad de una mujer cuando quiere trabajar fuera de casa, no tener hijos y ser independiente está influida por el feminismo (en este caso tergiversado por la visión patriarcal como moda o pensamiento diabólico). ¿No os chirrían los oídos?

Afirmar que lo que les pasa a las personas trans es en realidad que tienen una enfermedad mental (Disforia de Género), catalogada todavía por el DSM V, es decir que estas personas están perturbadas. Igualito que se decía de las primeras activistas feministas. O de la homosexualidad, que fue una enfermedad catalogada en el DSM IV hasta 1990. Yo tenía 10 años por entonces, no sé vosotras. 

Otra cosa que me preocupa es el concepto del «tutelaje»… Como esta rama del feminismo parte de la base de que estas personas no están bien de la cabeza y, en realidad, no saben lo que hacen, en ambos artículos se defiende que una persona no puede o debe vivir como siente según su género sentido sin que haya gente que lo autorice, y que para llegar al proceso de transición (y que el resto de la sociedad te pueda considerar como lo que eres) tiene que estar avalado por médicos y psicólogos… Como hace algunas décadas, cuando una mujer que quería trabajar debía presentar una autorización del marido o del padre para hacerlo, ya que ellos eran sus responsables porque ellas no podían decidir nada sobre sus vidas o sus cuerpos porque no eran sujetos de pleno derecho. ¿Os suena?

Como si alguien mejor que la persona misma pudiera saber lo que es o lo que siente. O como si estos profesionales fuesen ángeles que no están influenciados por sus propias ideas. Como si ésto no lo hubiésemos vivido ya antes (y todavía hoy) cuando hay psiquiatras y psicólogos que parten de la base de la ciencia que más se adecúa a sus ideales políticos y/o religiosos, cuando todavía hoy en día tenemos que soportar a suspuestos psicólogos que aseguran que la homosexualidad se cura con electro shocks. O como cuando se lobotomizaba a ciertas mujeres que no querían seguir las reglas a principios del siglo XX y después de esto se convertían en dóciles zombis. 

La Ley Trans defiende que alguien puede cambiar de nombre y género en el registro civil simplemente con quererlo, sin tener que pasar por quirófano o demostrar nada. Exactamente igual que para cambiarse el nombre de «Gregoria», por ejemplo, a » Sara», donde no se te pide demostrar que tienes razones suficientes para hacerlo. O sea, igualdad. Además la ley Trans, abre la puerta a que la gente pueda vivir como siente sin tener que hormonarse ni pasar por quirófano, que precisamente es una de las cosas que les preocupan a esta clase de grupos feministas. Los cambios físicos irreversibles. «Por si alguien entra en razón», y decide echarse atrás y destransicionarse. ¿Cuál es el problema entonces? 

También defiende esta ley que las personas trans podrán utilizar las instalaciones según su género sentido. Así, por ejemplo, podremos evitar situaciones como la que sufrió la Veneno en la última parte de sus días. Mujer trans a la que se recluyó en una cárcel de hombres y que violaron una y otra vez hasta la saciedad desde el 2003 hasta el 2006… Hace sólo algunos años, aquí en España, no en ningún país tercermundista. 

¿De verdad creéis que va a haber muchos hombres que se metan en competiciones deportivas femeninas para llevarse el premio? Como si no hubiese mujeres que por sus cualidades físicas o por sus gustos sexuales pudiesen ser acusadas de ser hombres como el caso de la tenista francesa Amélie Mauresmo cuando jugaba contra Martina Hingis y ésta la calificó de «medio hombre» por su corpulencia y y su declarada condición de lesbiana.

No dudo de que haya gente que tenga otros problemas en su vida, que piense en un momento que son una cosa y luego sean otra. Como por ejemplo el caso de las chicas que destransicionan en el artículo de Contrainformacion.es. La creatividad del ser humano para no ser sincero consigo mismo es muy grande. Pero posicionarte en que la transexualidad es una moda amparándose en este tipo de casos (que a ver qué porcentaje tienen) es como la lesbiana o el gay que antes de salir del armario completamente decía que era bisexual. Y por lo tanto, hay gran parte de la población que piensa que la bisexualidad no existe. O como la mujer que se presentaba como feminista y tiempo después la ves defendiendo posturas tradicionalistas y patriarcales o directamente militando en Vox, alegando que era joven y no sabía lo que hacía. O que lo hacía para llamar la atención o para fastidiar a su madre o a su padre, pero que ahora ha visto la luz… Porque también hay de todo esto. Debo recordar que, hasta donde yo sé, la mayoría de las personas transgénero lo saben desde siempre. Desde más o menos los 4 años que es cuándo se suele establecer la identidad de género en las personas. Y que hay muy pocos casos, como los de estas chicas, que dicen descubrir su transexualidad más allá de la adolescencia.

Y para terminar, debo decir que la mayoría de estas «feministas» que defienden estos postulados a capa y espada nunca han pasado por una experiencia similar. Yo he tenido la suerte de acompañar a un amigo en su transición. Y os aseguro que él no tiene ningún problema con su lado femenino, sino todo lo contrario. Mi amigo no es ninguna chica confundida que decide acceder a transicionar porque la presión patriarcal de ser chica le hace creer que para sentirse mejor debe ser un chico. Mi amigo era un chico desde que tuvo conciencia de sí mismo, desde muy pequeño, y tuvo que pasar un largo proceso, duro como el que más, para conseguir ser quien realmente es. Viendo cómo tu familia, que te ha criado y te conoce de toda la vida prefiere pensar que estás enferma antes de asimilar la verdad. Soportando humillaciones de compañeros y gente muy diversa a lo largo de toda su vida. Callando, por ejemplo, cuando los profesores le trataban como chica y que, además, algunos se regodeasen en el hecho de que administrativamente su nombre era inequívocamente femenino a pesar de que la persona que tenían ante sus ojos tenía toda la pinta irrefutable de ser un chico (sin caer en los tradicionales estereotipos de género como tanto preocupa), hasta que pudo cambiarlo en el registro porque ya había estado dos años hormonandose y pasado por largas entrevistas psicológicas en las que una señora, con cara de pocos amigos, le cuestionaba y juzgaba cada cosa que pensaba o sentía. No sé si alguna vez habéis estado en esa posición, pero os aseguro que es altamente desagradable e injusta. 

Basta ya de estigmatizar y juzgar a las personas cuando no se comprende su situación. Porque, al fin y al cabo, cuando leo artículos o comentarios de este tipo no puedo evitar pensar que están mirando y enjuiciando la vida de las personas trans y del colectivo LGTBI desde arriba, desde una posición más privilegiada. Un falso feminismo, por decirlo de alguna manera, acomodado en el papel y visibilidad que ha conseguido a lo largo de su trayectoria, y que parece utilizar los mismos mecanismos de exclusión que desde siempre ha utilizado el patriarcado. Como cuando los hombres tienen con nosotras comportamientos paternalistas porque, en realidad, piensan que somos menos que ellos o que valemos menos, o que directamente, somos tontas o estamos trastornadas. 

Deja un comentario