Queremos contaros historias de mujeres que han salido de situaciones donde podrían haber sido violadas, gracias no sólo a suerte, sino también a su actuación y a veces la solidaridad. Lo primero de todo es conseguir escucharlas, sin dejar que salte el automático machista de que las mujeres no son de fiar cuando hacen una crítica al Hombre. Lo siguiente: las mujeres (por razones que analizaremos en otros posts) suelen escapar a situaciones de violencia sin usar la violencia que reciben, lo que demuestra que las personas tenemos inteligencia para luchar de maneras diferentes y que la violencia no es siempre la solución. Estas mujeres han superado situaciones de peligro donde la propia autodefensa o la gente solidaria y valiente, que no mira para otro lado, ayudó. Podemos defendernos de muchas cosas, aunque siempre esté ahí el factor suerte también. Tenemos que aprender a ver nuestra lucha noviolenta diaria.
16 años. Un «amigo de la familia» pidió a mi madre un día un favor: que si podía ir yo a cuidar a su niño porque tenía una fiesta aquella noche. Después de acostar al bebé, estando yo durmiendo en su casa, me desperté y el padre se había metido en mi cama desnudo. Me tocaba. Se me congeló la sangre. Estaba aterroriza. Me apreté contra la cama. Me hice la dormida. Le daba manotazos y me alejaba, y dije, «Déjame dormir», porque no quería que se pusiera violento. Quiero decir, pensé que tenía que impedirlo, pero que si «me resistía» tipo lo que echaban en las películas, podría hacerle gracia y ser peor, así que busqué una manera de resistir que no fuera a hacerle gracia, y que no se lo pusiera fácil moralmente. Como si no fuera a acordarme de lo ocurrido porque estaba grogui. Y funcionó. Al fin y a al cabo, él estaba haciendo una locura porque si yo lo contaba, se metería en un lío muy grande. Por la mañana me dijo que si me quería casar con él, que me llevaría por el mundo. No escuché mucho porque en cuanto pude, salí corriendo a mi casa. Y se lo dije a mi madre. Y por suerte, y por su intervención, seguro, nNo volví a saber de aquel abusador.
19 años. Trabajaba de secretaria para una embajada. Un jefe intentó violarme. Yo era secretaria y me había pedido que me quedara más tiempo porque tenía que enviar un mensaje urgente, y le hice el favor de quedarme a esperar y tomar en dictado aquello. Por suerte, me defendí físicamente (empujones, patadas y argumentar) y se lo impedí. Se reía y me dijo al oír que le amenazaba con hacerlo público: «Tu palabra contra la mía. Además, tú te has quedado aquí a esperarme». ¡Encima! Pero yo también lo sabía: que la gente pensaría que yo era una mala mujer, que le habría provocado, «calentado». No se lo dije ni a mi familia, a mi familia por no darles el disgusto, al fin y al cabo conseguí librarme. Pero rechacé el empleo cuando me lo ofrecieron. Y mi familia se sintió muy defraudada conmigo.
Mujer joven. Una vez hacía autostop porque no había transporte público y la distancia era inmensa para caminar y en una ocasión, el hombre intentó violarme. Me tiré del coche en marcha cuando redujo la velocidad, mientras antes le distraía hablando, no dejando que me viera como una muñeca hinchable, hablando y hablando para hacerle ver que éramos personas. En otra ocasión me monté atrás de un pick up donde alante iban dos hombres. Al que conducía le vi en los ojos por el retrovisor que se le estaban ocurriendo malas ideas y vi también que su amigo parecía horrorizado, así que empecé a hablar, como si fuera su hermana, su prima, para humanizarme a sus ojos, y así poder humanizarlos, y no paré hasta poder bajarme en un lugar donde podía huir. Me funcionó. Estoy muy orgullosa, porque yo me he defendido muchas veces sin tener que usar la violencia. A veces me he defendido empujando, pegando un golpe, claro, para poder salir corriendo, pero se pueden hacer muchas cosas además, sin tener que depender de armas o saber dar golpes. Gritar por ejemplo sería muy eficaz si la gente no hiciera como que no oye. Ahí podría ayudar la gente. En la Asociación de Mujeres Violadas y la policía te dicen que sólo funciona si gritas «Fuego». Es muy triste, es una sociedad que da miedo, si lo piensas. Yo lo que recomiendo es usar la palabra, gritar, salir por patas, y mucha prevención: caminar por el lado contrario de la calle, sin acercarse a portales, llevar el móvil encendido en la mano, decirle la matrícula del vehículo a alguien por móvil (taxi), aprender a caminar sin mostrar miedo, que no te dé miedo a parecer tonta, histérica, todo eso que nos llaman cuando no hacemos lo que mandan, cuando no aceptamos ser víctimas. Tu vida es muy valiosa, y tu derecho a la felicidad.
Universidad. Un vecino me vio esperando en el portal porque no tenía llave y me dijo amablemente si quería subir a su casa mientras llegaba mi compañero de piso. Dije que no, pero cuando llevaba esperando 4 horas necesitaba ir al baño (era verano y estaba descalza cuando se me cerró la puerta) y como él bajaba a ratos, acabé aceptando: «Un momentito, gracias». Intentó violarme, hablándome muy simpático y tirándome del brazo para el cuarto. Incluso me tiró en la cama, como si yo quisiera, como si yo estuviera jugando, como él.
Yo conseguí salir de su casa no parando de hablar y usando la fuerza física también. Pero estuve aterrorizada tres meses, hasta que se mudó. Y no denuncié porque si iba a la policía a denunciar cuando supieran que compartía casa con un amigo (no un amante, pero eso no se cree en la ideología patriarcal) y que yo había entrado voluntariamente a la casa, sería yo la culpable. Algo terriblemente brutal de nuestras vidas, real, que no ocurriría si la gente cambiara su idea sobre «las mujeres», eso de que en el fondo somos más malas que los hombres, y unas «histéricas», «mentirosas», «caprichosas», «calienta…» Pero mira lo que piensa mucha gente del feminismo, a pesar de que lo bueno que ha cambiado de nuestras vidas es gracias al feminismo.
Edad adulta. Una vez un hombre drogado me pidio un beso por la calle (yo estaba saliendo por ahí con mis amigas). Me alejé sin dárselo, nos alejamos, claro, y me encontré con que me siguió, con otros hombres y una mujer drogada también. Me acorralaron y la cosa tomó el tinte de un linchamiento que con toda probabilidad acabaría en violación también. Mis amigas se marcharon pero yo sabía que irían a por el coche, lo deduje. Aunque una intentó un rato pararles, pero no podía. Estaban muy puestos y como locos. Pasó un hombre latinoamericano que me oyó insultar al grupo y defenderme. Supo que no podía meterse a ayudar tampoco, y salió corriendo a pedir ayuda.
Mis amigas y el hombre fueron inteligentes y eficaces. Mis amigas llegaron con el coche para ver si podía zafarme y subirme a él. Yo luché y conseguí zafarme y meterme en el coche. Echaron cubos de basura para bloquear nuestro paso. Destrozaron el cristal delantero y trasero. Pero llegó la policía, no recuerdo si 4 o 6. Cuando tras una dura lucha los redujeron, apareció el hombre latinoamericano y hablamos con él.
Yo les tengo mucha gratitud a ellas y a él. Siempre he pensado que me salvaron la vida. Todo aquello, incluida mi autodefensa, me evitó ser linchada por tres hombres, y con toda probabilidad de ser violada por ellos.
Ayudarnos nos cambia la vida. Mirar para otro lado, no querer saber, es mezquino y cobarde, y muy innecesario porque se puede ayudar de muchas maneras. A todas las personas nos gusta hacer cosas buenas, de cuidarnos, pero vivimos en una sociedad que nos dice que no, nos decimos que somos egoístas y violentos, nos lo justificamos. Pero no es cierto. La gente se siente muy bien cuando colabora con otras personas para cosas que les hacen bien a todas las personas implicadas. Podemos hacer mucho para prevenir hechos violentos, y hay gente que sí lo hace: todos los días hay chicas, chicos que ayudan a evitar actos de violencia. Necesitamos ser más, pero se ve la grandeza humana todos los días en muchas pequeñas cosas, bastaría con que limpiáramos la mirada y aprendiéramos a ver lo que está, no sólo lo malo, o lo malo y distorsionado además.
Tenemos que crear una cultura de rechazo a la violencia, y eso incluye denunciar los crímenes de violencia de género, aunque eso implique criticar el papel del Hombre en la sociedad patriarcal. Es que los hombres no tienen por qué ser cómo dice el patriarcado que deben ser los hombres. Somos personas, los genitales no nos marcan tanto, tenemos mentes humanas, con una gran inteligencia. La violencia no es biológica, es aprendida en nuestra cultura. Tenemos que poder rechazar públicamente la violación centrando la atención en quien comete el crimen, el Hombre, y que cree que «todas son unas putas» y «merecen…» decirlo suena fuerte, saber del crimen no tanto. Tenemos que cambiar esto. Porque si la violación es un tema tabú es porque compromete al Hombre como líder. Necesitamos líderes PERSONAS, no tienen que ser Héroes, que luego también hacen otras cosas que no podemos denunciar porque encima nos odiarán a nosotras.